He conocido gente con mucho sentido del humor en las empresas, pero no recuerdo haber conocido una empresa con sentido del humor. Y es una pena. Muchos pensaréis que me estoy volviendo majara, que cómo va a tener sentido del humor una empresa. Es posible que tengáis razón en lo primero, es más, vengo sospechándolo hace tiempo, pero estoy convencido de que una empresa sí puede tener sentido del humor. Es más, creo que puede ser algo realmente recomendable. El ámbito en el que, en ocasiones, las empresas hacen uso del humor suele ser el de la publicidad. Un buen uso del humor en la comunicación publicitaria permite captar la atención de forma más eficaz, suele crear un recuerdo más duradero y crea predisposición positiva hacia el producto que se anuncia y hacia la marca, siempre y cuando el humor esté al servicio del mensaje que se quiere transmitir. También es más o menos habitual que las empresas se acuerden que el humor existe cuando preparan algún evento con clientes o con las personas de su organización. En esas ocasiones, no resulta extraño que se recurra a algún tipo de actuación o performance con contenido humorístico dirigida a crear un buen ambiente y predisposición positiva entre los asistentes. Nuevamente, al igual que comentaba en el caso de la publicidad, es muy conveniente que el mensaje no se diluya entre chistes y risas. Y me temo que, con alguna frecuencia, eso es lo que sucede, entre otras razones porque no es fácil encontrar un perfil profesional capaz de combinar el humor con los objetivos concretos de la empresa.
En ese terreno tengo una larga experiencia, ya que he participado en más de un centenar de eventos en los que siempre he utilizado el recurso al humor, ya sea como conferenciante, entrevistador, moderador de mesas o conductor de los mismos. Para mi, lo fundamental siempre ha sido lo mismo: crear un traje a medida o, lo que es lo mismo, poner el humor al servicio del contenido. El mejor sketch de la historia no sirve para nada si no está ligado y fundamentado en los temas que queremos comunicar en ese evento. Cuando conseguimos esa suma, lo que hacemos es multiplicar: creamos un ambiente positivo, conseguimos un tono de comunicación más amigable, reforzamos la transmisión de los mensajes y provocamos recuerdo de los mismos a través del gag que se haya creado.
Los dos ámbitos mencionados hasta ahora tienen un punto en común: la excepcionalidad. Una empresa hace pocas campañas publicitarias a lo largo del año y los eventos suelen ser acciones puntuales. En consecuencia, en el desarrollo del día a día de las empresas el recurso al humor es algo que ni tan siquiera suele plantearse en las organizaciones. Por qué, si nos parece útil y adecuado en situaciones excepcionales en las que solemos hacer una importante inversión económica, lo dejamos de lado en nuestra mayor inversión: la de lo cotidiano. Puede que la respuesta de muchos sea que la actividad de la empresa es demasiado «seria» como para incluir el humor en el día a día. Pero si el humor tiene sentido es sobre todo cuando se aproxima a los temas «serios». El humor desdramatiza, desnuda, permite cambiar la óptica con la que normalmente enfocamos la realidad, ilustra contradicciones, deja patentes los errores y los aciertos y promueve la reflexión a través de la sonrisa. Ese es su valor para hablar de lo «serio».
No nos equivoquemos, el humor es como el agua, siempre acaba encontrando una salida, pero si no se le ofrece un cauce, también como el agua, acaba creando humedades. Y ese mismo agua que tanto bien nos hace, a partir de ese momento, lo que nos crea es un problema. Si nos paramos a pensar sobre las bromas que estamos acostumbrados a escuchar en nuestro lugar de trabajo, es más que probable que nos demos cuenta que acaban teniendo un componente más corrosivo que constructivo, que se trata de un humor a la defensiva normalmente dirigido «contra» alguien. Aparecerá en corrillos, en despachos, en la máquina del café, en voz más baja que alta, pero aparecerá en su versión más inconveniente. Nada garantiza que eso no suceda, pero si la empresa tiene sentido del humor muchas de esas tendencias se neutralizan.
Afortunadamente, hoy existen mecanismos que pueden servir de cauce para ese humor constructivo. La comunicación interna, con las posibilidades actuales de incluir contenidos audiovisuales, es el medio perfecto para conseguir que nuestra empresa tenga sentido del humor. Conseguirlo no es un reto fácil, pero es posible. No se trata de un brindis al sol, de que sea mejor reír de vez en cuando que estar más tiempo serios. De lo que de verdad se trata es de dotarnos de un mecanismo que mejore la percepción de la empresa por sus propios empleados, que les involucre, que les motive, que les permita estar más informados, identificar objetivos y hasta una percepción distinta del equipo que les dirige. Tan sencillo y tan complejo como eso.
Os he incluido dos viedos en los que trabajamos para recordar al equipo directivo cómo deben enfrentar las reuniones de dsarrollo con su equipo de colaboradores. Se rata de reconocernos en algunos de nuestros comportamientos para sonreir, pararse y recordar cómo deben hacerse las cosas.