Cuando me propusieron hacer 35 horas seguidas de entrevistas, mi sorpresa fue de tal calibre que le pedí a mi interlocutor 48 horas para responderle. Hablé con mi mujer, que durante muchos años ha hecho guardias en urgencias de 17 y 24 horas, y me dijo que iba a ser muy duro, pero que por qué no intentarlo. El objetivo era conseguir un récord Guiness, que en ese momento estaba en manos de un escritor noruego que había estado charlando durante 30 horas y un minuto con otro interlocutor. Cuando pasados los dos días me llamaron para que respondiera, dije un sí irreflexivo y que fuera lo que tuviera que ser. Así me metí de ello en el proyecto #OKrécord de OKDIARIO.
Posteriormente, me dijeron que cabía la posibilidad de unir al reto a Javi Nieves, algo que me alegró, ya que compartirlo me parecía que era una buena idea. Javi y yo no nos conocíamos personalmente, pero tras un primer encuentro, supe que trabajaríamos bien juntos, como así fue después. En realidad, formamos equipo después de haber compartido no más de cuatro horas en una comida y una sesión de fotos.
Nuestra preocupación inicial tenía más que ver con la capacidad de vencer el sueño y aguantar físicamente, pero los doctores Javier Anido y Paloma Castaño nos insistieron en que el nuestro era un reto más mental que físico. Es verdad que nos hicieron algunas indicaciones sobre la alimentación (frecuente y no muy copiosa), la necesidad de hidratarnos y no tomar más estimulantes más allá de poco café y algo más de té, así como la conveniencia de evitar hidratos de absorción rápida. También nos dijeron que si podíamos reducir previamente alguna hora de sueño sería bueno (algo en lo que yo, por lo menos, no hice mucho caso).
Así que, sin más preparación, nos presentamos el día de autos en el hotel Oscar de la cadena Room Mate. Javi Nieves se había levantado a las cuatro de la mañana para hacer su programa de radio y yo tuve que atender durante la noche a mi pobre hijo Javi que vomitó varias veces por vaya usted a saber qué motivo, de tal forma que mi sueño se vio notablemente alterado durante varias horas. Vamos, que en lo que se dice las mejores condiciones no llegamos. El hecho de que solo pudiéramos descansar 20 minutos cada cuatro horas tampoco ayudaba mucho. De hecho, yo no dormí ni un solo minuto y esos descanso los aproveché para ducharme en alguno de ellos, refrescarme o tumbarme y estirar.
Una vez puestos en marcha, el inicio fue sencillo. Los dos somos hombres de radio y las entrevistas son algo con lo que lidiamos a diario. Sorprendentemente, a pesar de no haber trabajado nunca juntos, todo fluía como si fuéramos colegas de hace tiempo. En alguna entrevista Javi tenía más presencia, en otras era yo quien tenía más iniciativa y había otros grupos de charlas en las que aparecíamos por igual. Los temas de conversación, el hecho de conocer personalmente a algunos de los entrevistados y, seguramente, la reserva de energía de cada uno marcaban una sucesión natural de lo que sucedía.
Lo que sí me parecía evidente es que el malestar físico podía acabar pasándonos factura. Cuando llevábamos unas siete horas, empece a notar una sobrecarga en la zona de cuello y espalda, favorecida por el hecho de que para mirar a los invitados tuviéramos que girar el cuello hacia los lados. Así que pedí si nos podían proporcionar los servicios de un fisioterapeuta, porque estaba claro que esa sensación de incomodidad iría a más y acabaría generando un malestar que nos haría más difícil afrontar el reto con el paso del tiempo. La presencia de los fisioterapeutas del centro médico iQtra, que nos atendieron tres veces a lo largo de las 35 horas, fue una ayuda fundamental para nosotros. Y lo fue porque la conexión estado físico-cerebro es básica para afrontar un reto de este tipo. Una mala sensación física genera una inquietud que te impide centrarte en las entrevistas y conectarte a ellas como es necesario. Del mismo modo, si el cerebro no se mantiene activo e interesado se hace más intensa la sensación de cansancio y malestar físico.
Por tanto, mantener nuestro interés era un elemento clave para superar el reto y para hacer que las 35 horas de entrevistas se convirtieran en un producto audiovisual atractivo. Para ello fue fundamental el trabajo del equipo de producción, que consiguió llevar al hotel Oscar a más de 160 personas a lo largo de esas 35 horas. El hecho de que cada poco tiempo hubiera un nuevo invitado nos ofrecía la renovación constante de nuestro interés, así como una variedad de temas tan grande que aburrirse fuera prácticamente imposible. Si a ello unimos que en la madrugada tratamos temas más frívolos y provocadores, se sentaron las bases para que los Javieres tuviéramos más fácil superar nuestro cansancio.
Sorprendentemente, casi ni bostezamos y, más allá de un pequeño bajón de Javi en la madrugada y otro mío sobre las cuatro de la tarde del segundo día (nada muy notorio), creo que nos mantuvimos en la tensión necesaria durante todo ese tiempo.
Debo decir que los entrevistados ayudaron mucho. Algunos porque contagiaban entusiasmo, otros por el interés humano de las historias que nos traían, otros por lo curioso de lo que hacían, otro por lo fascinante de sus vivencias… fuera por lo que fuera, con contadísimas excepciones, generaron en nosotros mucho interés, lo que hizo que nuestro cerebro no entrara en fase de reposo.
Creo que estas son las claves más importantes que explican que consiguiéramos este reto, pendiente de la homologación de Guiness. Pero queda un último elemento, que tiene con que gran parte de nuestro equipo se mantuviera con nosotros las 35 horas. Esa sensación de esfuerzo compartido es más estimulante de lo que se puede pensar, en la medida en que todos estábamos comprometidos con todos y eso genera una sensación de proyecto compartido que te impulsa más allá de tus fuerzas. Gracias a todos, porque conseguir este reto no es más que el resultado de un gran trabajo de equipo.
Este es el enlace donde podéis encontrar videos de las entrevistas y uno con las 35 horas completas.